Todos hemos escuchado alguna vez el concepto de sostenibilidad y nos hacemos una idea de lo que conlleva, las 3R, los tres pilares, el ciclo de vida… Distintos nombres para una misma idea que se nos ha explicado ya mil y una veces desde que éramos bien pequeños , ¿pero como podemos aplicar esto a la arquitectura?.
Tenemos que comenzar hablando de los edificios saludables, estos son aquellos que aprovechan la luz natural, permiten una correcta evapotranspiración y el intercambio con las radiaciones térmicas entre otras cosas. De cara a las personas de su interior, debe tener unos colores claros y suaves que faciliten el descanso, el suficiente espacio para la actividad diaria que se va a llevar acabo dentro y se debe tener en cuenta el número de personas que van a vivir dentro.
Si no se siguen estos puntos para construir un edificio saludable, este puede perjudicar de forma directa la salud de las personas que viven en el, produciéndose así el síntoma del Edificio enfermo. Esto puede causar reacciones cutáneas, irritaciones oculares y en vías respiratorias, nauseas, reacciones cefaleas, cansancio y muchas otras consecuencias que pueden llegar a derivar en enfermedades crónicas.
También se debe hablar de que al diseñar una construcción, no solo debemos tener en cuenta su influencia en sus habitantes, sino también su influencia en el medio que lo rodea. Por ello hay que tener como objetivo que este diseño sea un diseño sostenible. Para conseguir esto, se debe conseguir un buen aislamiento térmico, colocar instalaciones pasivas que ayuden al ahorro, la utilización de materiales con producción y tratamientos químicos poco dañinos y un buen control de la iluminación y ventilación natural.
Dicho esto, no nos debemos dejar engañar por las apariencias, no porque algo tenga apariencia «bio» significa que realmente lo sea. Para que realmente lo sea debe de llevar un estudio detrás para cada zona en la que se ha construido. el globalismo en el que vivimos causa que se apliquen las mismas soluciones y materiales en todas partes sin tener en cuenta las materias primas del propio lugar o las condiciones ambientales. Hasta las rehabilitaciones y reparaciones de muchos edificios existentes suponen una menor huella climática que una construcción desde cero con materias «recicladas». Por lo que repito una vez más, no nos debemos dejar engañar por las apariencias.
